viernes, 19 de noviembre de 2010

TERCER TRIMESTRE

Llega el verano y nos vamos al pueblo que se está más agusto, hace menos calor y la tripa empieza a pesar bastante, en principio sólo ibamos a estar una semana, pero al final nos quedamos todo el verano, las revisiones ginecológicas iban muy bien, el niño ganaba el peso suficiente, al contrario que yo, me sacaron un poco de azucar en la prueba de la glucosa, pero el endocrino me dijo que no lo consideraba diabetes gestacional, yo hice una dieta y a partir de ese momento el niño no engordaba al ritmo que antes, en cuanto al líquido yo no hacía más que beber agua, me bebía alrededor de tres litros diarios, si no más y el líquido amniótico estaba un pelín bajo, nos dió unos cuantos sustos, de vez en cuando tenía contracciones y me mandaron reposo relativo, así que dejé las caminatas, entre otras cosas..., la mayor sorpresa me la dió el ginecólogo a finales de agosto, resulta que desde julio el niño se había colocado y en la visita de agosto, nos dijo que no lo estaba, que caminara con la faja maternal a ver si así se daba la vuelta...

En septiembre, a mediados, empecé con los monitores, antes de entrar, nuestro ginecólogo privado que trabaja tambien cerca de donde me hacían monitores, nos hizo una ecografía para ver si se había vuelto a colocar, nos dijo que sí, así que salimos muy contentos, despues de la prueba de monitores, que salió bien, otro ginecólogo distinto hizo otra eco y vió que no estaba colocado ¡había pasado media hora!, no nos lo podíamos creer, desde luego ¡el sr. X no daba una!, así que el ginecólogo nos mandó a hacer las pruebas para una cesárea programada.

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